Los Órganos
Los Órganos
26/8/2022
Un buen modo de poner colofón a tantas polvorientas caminatas por el bosque gomero es con una refrescante excursión marítima, desde Valle Gran Rey, hasta el roque de Los Órganos, en la costa de Vallehermoso, justo al lado de Arguamul.
La verdad es que llevaba, yo, mucho tiempo tratando de hacer esta excursión, lo cual no resulta tarea fácil, pues está muy en función del estado del mar en la costa norte, a visitar, que generalmente suele tener bastante movimiento, por lo que el viaje no tiene nada de regular, se realiza unas pocas veces al año, y, generalmente, se convoca con una antelación mínima de uno o dos días, lo cual no siempre te permite adaptarte a la agenda.
Para llevar a cabo esta excursión hay cuatro empresas en el muelle de Vueltas, en Valle Gran Rey, y las salidas, reitero, tienen una programación muy laxa, no solo en función del estado de la mar sino, además, de la demanda del servicio.
La distancia a cubrir, aproximadamente, ronda los 20 kms y el trayecto se realiza en algo más de una hora. Existen diferentes tipos de embarcaciones, pero, en general, los tiempos son muy similares.
En el recorrido, desde Vueltas, a través de La Puntilla, la playa de Valle Gran Rey y la playa del Inglés, se accede, en seguida, a la ensenada de Taguluche, pudiendo divisar este caserío desde el mar, así como su antiguo pescante, construido en piedra, utilizado durante la primera mitad del siglo pasado para la exportación de tomates.
A continuación, la ensenada de Alojera, también con un pequeño puerto con idéntica finalidad, seguida de la de Tazo, desde donde se puede ver el macizo de Teselinde, que transcurre entre la ermita de Santa Clara y el caserío de Epina y que la hemos recorrido en alguna de las excursiones reseñadas por el monte gomero.
Inmediatamente que se abandona la ensenada de Tazo aparece la de Arguamul, mostrándonos su caserío, sus roques e inmediatamente después, el roque de los Órganos.
Se trata de un impresionante farallón basáltico, como tantos otros en la isla a los que nos hemos referido (roque Cano, roque del Capitán, roques de Pedro y Petra, roques de Agando...) en nuestras diversas caminatas, con la particularidad, en el caso del que hoy nos ocupa, de que sólo cabe contemplarlo desde el mar y que las columnas de material que lo conforman se elevan, desde debajo del agua hasta el cielo, conformando una sucesión de rangos de tubos verticales que asemejan los del instrumento musical que dio nombre a este bello lugar.
Como este instrumento, el enclave que nos ocupa también emite un hermoso sonido que viene a ser el contrapunto del cautivador canto de las sirenas de Ulises, ya que, aquí, ningún peligro cabe de caer en las redes de semejantes criaturas marinas, pero sí en el embrujo del hermoso espectáculo de la roca, cual si hubiera sido esculpida, a cincel, por el mismísimo Miguel Ángel.
Como siempre, incluyo unas cuantas imágenes del recorrido, sin que me sea posible aportar un vídeo del hermoso sonido que me he visto obligado a describir, ya que, al tratarse de un viaje en numeroso grupo, tal cometido resultó imposible.
Y con esta atípica, pero refrescante excursión, cerramos las caminatas seleccionadas por el monte gomero. O, más bien, eso pensaba yo el día que redacté la presente crónica.