Al llegar al espléndido jardín del Centro de visitantes de Juego de Bolas, que recomiendo muy encarecidamente visitar, se pueden encontrar las diez especies arbóreas que nosotros hemos seleccionado para conocer, por ser las más frecuentes entre las existentes en el parque, y algunas otras, como el naranjo salvaje, acebiño mollar, bojo o aderno (ilex perado ssp platiphylla), el madroño (arbutus unedo), peralillo o mocanero macho (maytenus canariensis), sabina (juniperus thurifera), acebuche (olea cerasiformis), haya romana (myrica faya ssp. rivas-martinezii), sao o sauce (salix canariensis), palma canaria (phoenix canariensis), jirdana (teline stenopetala ssp microphyla), rajián o arrayán (myrtus communis), belfa (bupleurum salicifolium) y aderno o marmolán (heberdenia excelsa), además de numerosísimos arbustos y hierbas, así como otros tantos cereales de cultivo y flores ornamentales.
Puede llamar la atención que refiera hasta cuatro denominaciones para una misma especie. Al respecto, he podido constatar, con personal de este centro, que varios técnicos de la institución se dedicaron a recabar, entre la población campesina, los nombres vernáculos de las diferentes especies, cuando se instaló este jardín polivalente (forestal, agrícola y ornamental) y que de algunas de ellas se obtuvieron más de cuarenta denominaciones.
En este centro también existe un museo que nos muestra la típica casa campesina, los aperos más habituales de labranza, el lagar para el procesamiento de la uva y la obtención del vino, una exposición analógica e interactiva de los aspectos fundamentales de la geología, flora, fauna y economía agropecuaria insular y un documental breve (10-12 minutos) sobre el parque nacional. Asimismo, existen tiendas en las que poder adquirir algunos de los productos de la economía insular (confitería, vinos, miel de palma, quesos, almogrote, cerámica y otros productos de artesanía, entre otros).
El consumo de productos de la isla supone un espaldarazo a la conservación de este monte legendario, en grave peligro de extinción por efectos del cambio climático y de los incendios forestales. Muy sonado fue el incendio del año 2012 que afectó, aproximadamente, a un 10 por ciento de la superficie insular y a unas 750 hectáreas del parque (19% del mismo). El fuego, de origen intencionado, tuvo una duración de cerca de tres interminables y agotadores meses, iniciándose el 4 de agosto, y declarándose extinguido el 30 de octubrede 2012, según se señala en el documento Garajonay después del gran incendio de 2012, accesible con facilidad en la red, firmado por el director del parque, Ángel B. Fernández, además de Luis A. Gómez Gónzález y María Gómez, en el que se apunta que «el incendio produjo daños ecológicos muy graves, especialmente en el bosque de laurisilva y que, previamente, desde el mes de mayo, la Isla había padecido la actividad de incendiarios, que provocaron hasta una treintena de conatos que pudieron ser sofocados a tiempo, así como un incendio, que quemó unas 100 Ha de formaciones jóvenes de monteverde y matorral en las proximidades del Parque Nacional».
La sostenibilidad de la producción agrícola en torno al parque, esencialmente -aunque no en exclusiva- los viñedos, supone la conservación permanente de unos excelentes cortafuegos preventivos para la extensión de futuros incendios. Así pues, si consumes vino gomero y otros productos de la economía local, estás contribuyendo a la sostenibilidad del monte insular.
Entre las diez especies arbóreas que me he planteado como meta considerar en las crónicas de estas caminatas, por el parque nacional Garajonay y alrededores, ya hemos abordado las seis primeras, acebiño, barbuzano, brezo, follado, haya y laurel, restándonos el mocán, paloblanco, tilo y viñátigo.
Hoy vamos a abordar el MOCÁN (Visnea mocanera). Este árbol siempreverde tiende a ser más bien pequeño, entre 4 y 6 metros, pero puede alcanzar, en ocasiones, hasta los 15 m.
Su tronco suele ser robusto y la corteza varía en coloración y rugosidad con el paso del tiempo: de verde y lisa a grisácea y ligeramente rugosa, hasta alcanzar una tonalidad algo marrón y más rugosa. Su abundante follaje, así como su copa globosa y relativamente pequeña dan a este árbol un aspecto muy compacto.
Las hojas son simples, alternas, elíptico-lanceoladas, de 4-6 cm de longitud por 2,5-3 cm de anchura, algo coriáceas y de margen serrado poco patente, a veces casi entero. Su color es de un verde oscuro intenso y brillante en el haz, y más claro en el envés. En estado juvenil, se notan a contraluz unos finos pelillos que las recubren.
A principios de año, las exuberantes flores del mocán, en solitario o agrupadas en pequeños racimos, cuelgan del árbol, dando una apariencia de campanilla. Sus olorosas flores son hermafroditas, con numerosos estambres y 5 pétalos blanco-cremosos. El fruto es una cápsula carnosa que se abre al madurar, del tamaño de una avellana (de 1-1,5 cm de diámetro), que torna su color de verde a rojizo y finalmente, a negruzco purpúreo.
El mocán es una especie que necesita del sol directo para su desarrollo y puede soportar temperaturas muy altas. Tiene su óptimo de crecimiento entre los 300 y 600 m de altitud, por debajo del mar de nubes, y es típico de la laurisilva y los bosques termófilos. A veces, puede aparecer aislado o bien de forma relegada en riscos y escarpes inaccesibles.
Junto a una serie de imágenes seleccionadas de esta caminata, y otras, de días recientes, por el mismo entorno del parque, fundamentalmente el pueblo de Los Aceviños y pequeñas incursiones por caminos de escasa consideración, para la ejecución de un reportaje de ruta, propiamente dicha, es decir, complementos, aporto la ficha del arbol de la web